mercredi 27 octobre 2010

De cómo pasar un sábado en Copacabana



EL SOL QUE FUNCIONA AL REVES (O COMO TOMAR UNA CAIPIRINHA A LA SOMBRA) - SALVAMENTO DE PALOMAS COJAS - COMO SACARLE TREINTA REALES A LOS PARDILLOS - PERO... RELAJENSE, POR FAVOR, RELAJENSE.

Mis queridos comensales, colegas, compañeros y/o desocupados lectores en general. Se me está acumulando el trabajo. Todavía no he contado ni la cuarta parte de cosas con las que tenía que golpear vuestros atentos cerebros (oye, y si no estáis atentos, pues ustedes veréis, vosotros se lo pierden),sobre México y Brasil, cuando tengo que salir para Argentina. Así es que, se me apareció un zumbido en sueños y me chirrió: pooooonte laas piiiiilas, Sorokin, espabiiiiiila. y yo, como no quiero malos rollos con los zumbidos nocturnos, me he puesto a currar hoy mismo, desoyendo el sabio consejo que dice: "no hagas hoy lo que puedas dejar para mañana".

Así es que voy a contaros cuatro cosas vitales para sobrevivir en Copacabana. Como veis en la foto de cabecera, todo no es un camino de rosas: mirad, mirad, las negras nubes que cubren el cielo. Pero en fin, a veces sale el sol. Y ahí quería llegar yo, mira tú. Resulta que el sol, en Rio (y es de suponer que en todo el hemisferio Sur, aunque como no he estado en más sitios no lo puedo jurar, ya os diré cuando vuelva de Buenos Aires) hace su recorrido diurno al revés. Yessir, al revés: de derecha a izquierda del observador, no de izquierda a derecha como estamos acostumbrados. Es vital saber esto para saber cómo posicionarse en una sombrilla, sobre todo los heliófobos como menda, a los que nos gusta la sombrita y dejamos el sol para los guiris. Bueno, veamos, que no es el sol el que se mueve, no me toméis por la santa Inquisición juzgando a Galileo: me refiero el recorrido aparente, claro. Como en todas partes, el sol sale por el Este, pero hace su recorrido aparente por el norte:




O sea, que un observador imparcial, con una caipirinha en la mano, lo ve moverse de derecha a izquierda. Detalle de la caipirinha:





Bien, supongo que ya os ha quedado claro, mis queridos taruguillos, así es que ya os podéis dedicar a relajaros, como los bañistas de la foto:



Servidor y sus colegas preferimos relajarnos, como ya he dicho, bajo una sombrilla con una caipirinha al alcance de la mano. Y, mientras estábamos en tan comprometida situación, acercósenos una paloma cojeando. ¡Pobre paloma!, exclamaron nuestros sensibles corazones. Y, de pronto, de la mesa de al lado, se levantaron dos garotas, (una más garota que la otra), con una tijeras en la mano y se pusieron a perseguir al pobre animal. El horror nos hizo estremecernos... ¿qué van a hacer, por Tutatis, qué van a hacerle al pobre bicho? Por fin, la capturaron, y con las tijeras, lo que hicieron fue cortar un hilo que se le había enredado en una pata, con lo que el pichón se puso a caminar como si tal cosa. Naturalmente, prorrumpimos en aplausos:




Eso podía habernos alegrado ya todo el día, pero, pardiez, todavìa me esperaba una sorpresa. Durante todo el día nos habían acosado limpiabotas de ocasión, ofreciendo sus servicios. Servidor, los despachaba a todos con un "a mí me gustan así, polvorientos". Pero, hete aquí, que paseando entre la gente, se me acerca uno de ellos, me señala mi zapato derecho con insistencia: lo miro, y una sospechosa masa de color marrón lo cubría casi por entero. Merde!, exclamé (nunca mejor dicho), cuándo y como me habían proyectado tal cosa en mi calzado... en estas, el hombre ya me estaba limpiando el zapato con agua y jabón que tenía preparados. Cuando le quise dar cinco reales (dos euros), dijo que nanay, que eran treinta reales, mientras aparecían otros dos limpiabotas más diciendo que sí, que sí, que eran treinta reales. En fin, se los dí, porque estaban en mayoría y oye, mas vale treinta reales menos que que te lleven la cartera completa.

La verdad es que debía ser de los únicos que llevaban zapatos. Por eso la gente se pasea en chanclas, como puede verse:





Pero vaya, pelillos a la mar. Desde ahora me miraré la punta de los zapatos en continuo, no sea que la costumbre se generalice. Y nada, si vais a Copacabana, relajaos, y, si acaso, tomaros una cervezota como estos amigos que aparecen aquí disfrutando de un día de fiesta.






Vale, ya paro de escribir, que ya estuvo suave de daros la brasa. ¡Qué buena audiencia sois! ¡no me habéis interrumpido ni una vez! ¿Alguna pregunta?

Venga, besazos

mercredi 20 octobre 2010

Dos nuevos candidatos a "mejor restaurante de México"




Voy a hacer un esfuerzo sobrehumano, queridos amigos y desconocidos enemigos, en medio del vaho somnoliento que me invade como resultado del jet-lag, también llamado "décalage horaire" (¿alguien sabe cómo se dice en español? ¿valdría "desfase horario"?) para haceros partícipes (tanto si queréis como si no) de mi reciente experiencia gastronómica en México. Experiencia que me ha conducido a dudar un poco del título que otorgué, sin sonrojo ninguno en Marzo pasado:

Vale, no me arrepiento demasiado, dije "tal vez". Lo que pasa es que ahora, en este viaje he decubierto otros dos que no le roen los zancajos (o sea, que están a su altura, a ver si os enteráis, que todo hay que explicarlo). Como en las pelis de los años cincuenta (adoro el cine clásico de Hollywood), los mencionaré en orden de aparición.

El primero es "La Hacienda de los Morales". Ahí me llevaron mis compadres la tarde del mismo día que llegué a México (oigan, que yo tengo compadres "sur place"). Está en la foto de cabecera y es una magnífica hacienda. Quizá no tan espectacular como el "San Angel Inn", pero con un gusto muy colonial, como puede verse:



Todos comimos chiles en nogada, porque, según me explicaron, ahora es cuando hay que comerlos (la verdad, no me enteré muy bien de por qué no se comen en Febrero, por un poner, pero sí de que hay que comerlos ahora ¡qué suerte!¡qué fantástica ocasión!):





Son chiles rellenos de carne picada y frutas y cubiertos con una crema de nueces y granos de granada. No deben ser hipocalóricos, no, pero están deliciosos. Si vais a México en Octubre, no os los perdáis. Yo es que, como viví en Veracruz, los mío eran los cebiches, el chucumite, las tostadas de jaiba y esas cosas más bien marinas. Nunca había probado los chiles en cuestión.

El segundo restaurante por orden de aparición fué "Paxia":





Está en San Angel, en plena zona de intensa movida y su estilo es diferente. El ambiente es mucho más "trendy", está lleno de gente guapa y se supone que la cocina es "nueva cocina mexicana". Yo, lo que hice fue cumplir una promesa que había hecho en el blog cuando escribí sobre el San Angel Inn: Comí escamoles. Sí, queridos amigos. Escamoles, huevos de hormiga. Lo que pasa es que ni te enteras, viene mezclados con cilantro y otros aditamentos, te los pones en un taco y te los zambulles en el gañote. Y lo que notas es que son muy sabrosos, pero ¿cuál es el huevo y cual la cebolleta picada? Ni idea.





Pero vale, que comí muy a gusto y que me importó un ardite que fueran huevos de hormiga. Eramos cinco personas a la mesa: cada uno comió un plato diferente que sí eran "nueva cocina", pero amiguetes, yo seguí pensando y reciclando mis escamoles. Todo regado con un excelente tinto mexicano (El problema es que no me acuerdo del nombre, qué desastre)

Para cerrar la noche nos fuimos al San Angel Inn, no a comer otra vez, sino a embucharnos unas fantásticas margaritas.

En fin, que estos viajes de trabajo, a veces son agotadores (ojo, mal pensados, a las ocho de la mañana estábamos todos otra vez en la sala de reunión)

Besotes a todos y todas.

lundi 11 octobre 2010

Volando de México a Rio




Queridos y pacientes amigos, os escribo desde Rio de Janeiro, y espero que al recibo de la presente tooodos estéis bien de salud y la dicha inunde todos vuestros poros, mientras los pajarillos cantan y las nubes se levantan. Ya sé lo que estáis pensando: pero, Sorokin, releñe, qué haces ahí, en una solitaria habitación de hotel, contándonos memeces, en vez de estar paseando por la Avenida Atlántica de Copacabana requebrando garotinhas (o, al menos, recorriendo sus esbeltos cuerpos con tus ojillos enrojecidos). Podría deciros que no os puedo olvidar, que nuestro amor es más fuerte que las torneadas piernas de las cariocas, pero la verdadera verdad es que acabo de marcarme un rodicio en el restaurante Carretao (ya os hablé de él el año pasado, ya buscaré la reseña), mi estómago está a punto de reventar, no me puedo meter en la cama en estas condiciones y ya me he terminado la mini-botella de tinto chileno que había en el mini-bar (Todo mini menos el precio). Así es que, aquí estoy, pegado al ordenata.

Bueno, pero lo que os iba a contar es que mis sabios jefes habían decidido que como México y Brasil están los dos en América latina, pues nos íbamos a ahorrar un viaje e íbamos a hacer los dos de una tacada. Nada que objetar. El que sabe, sabe. Claro, ellos (y yo) pensamos que el vuelo de México a Rio iba a ser una tontuna, larga, pero tontuna, pero, vaya, es bastante más liadillo de lo que parece. No hay vuelos directos, lo que es chocante. Tienes que pillarte un avión de una tal "Copa airlines" hasta Panamá, pasarte tres horas en el aeropuerto de Panamá, y luego cogerte otro avión hasta Rio. Total, unas doce horas. A Servidor, que es un romántico irremediable, completamente invadido por visiones de Humphrey Bogart ligándose a Lauren Bacall en algún oscuro lugar de Centroamérica, la perspectiva no le pareció mal. Guaaaa, ya me veía yo en un viejo DC3 aterrizando en medio de la jungla, mientras de detrás de un cocotero aparecía Lauren diciéndome: si me necesitas silba, ¿sabes silbar Sorokincillo? Pero no, no ha habido tal, ya no nos dejan lugar ni para la ilusión. El aeropuerto de Panamá es de una modernez que raya en el futurismo y los aviones de Copa son pequeños pero modernos.



La primera parte del vuelo, de México a Panamá no ha sido muy pesada, y, en general fuimos bien tratados. Cierto que nos invadió la duda de si una de las azafatas era mudita o simplemente imbécil, pero al final pudimos comprobar que nada más despegar se sentó en su rincón a limarse las uñas y, claro, con una tarea tan minuciosa e importante no podía perder su tiempo en dirigir la palabra a una chusma como menda y sus colegas. Eso nos relajó: ¡no somos invisibles, no somos invisibles!

Aparte de la señorita vinagreta limándose las uñas, el resto, bien. La otra aeromoza (tomen nota, ¿a qué esto si suena a años cincuenta?) nos obsequió con unos buenos platillos:



La entrada. Jamón, espárragos, vino chileno



El platillo principal: tortellini rellenos de ricotta sobre lecho de espinacas con queso gratinado, vino chileno. No es que sea la juerga, pero para lo que dan otras líneas en sus vuelos es un super lujazo.

La segunda parte del vuelo, siete horas desde Panamá a Rio es mucho mas plastazo, porque tienes que hacer soberbio esfuerzo para dormir algo (sale a las nueve de la noche de Panamá y llega a Rio a las seis de la mañana. Si no os salen las cuentas, queridos taruguetes, considerad, please, que hay dos horas de diferencia horaria entre ambas urbes)



El penoso despertar de Sorokin a eso de las cuatro de la mañana

Bueno, pues ya me callo y me voy al sobre, que mañana tengo que levantarme pronto (otra vez). En fin, que si los azares de la vida os llevan a tener que tomar un vuelo de Copa Airlines, que no os ofusquéis, que está bastante bien. Y si os toca la señorita vinagreta, pod favod, hacédle una pedorreta de mi parte.

Besotes