jeudi 23 décembre 2010

Navidades nevadas



( - ¡Pero bueno! en la DDE (Dirección Departamental de Equipamiento, organismo encargado del buen estado de la red viaria en Francia) sabían perfectamente que iba a nevar!
- Claro, claro, por eso se han ido pronto a casa, para evitar los embotellamientos)

Pues así estamos, queridos amigos, por esta zona del mundo mundial. La verdad, yo no había visto tanta nieve junta desde que fuí a Moscú por última vez. Si tenéis la tentación de contestarme que una Navidad con nieve es lo suyo, tal vez me encrespe ligeramente y diga algún exabrupto, así que tenéos, pardiez. Para empezar, mi coche no remonta la pendiente del garaje porque está helada y para ir al Metro tengo que bajar a pié una procelosa pendiente cubierta de nieve. Total, que este año, ni arbolito de Navidad ni gaitas. Bueno, me conformaré con éste de la foto, que -creáislo o no- está justo enfrente de mi casa:




A lo mejor le pongo una bolitas de esas que brillan y así, lo veo desde la ventana. En fin, bueno, que la Navidad es una alegre fiesta, según dicen, así es que, venga alegría. Aquí tenemos la ventaja de que en los almacenes, centros comerciales, etc tienen el enorme detalle de no poner lo de que los peces en el río beben, etc, etc entre rumores de panderetas y zambombas. La verdad es que con los ríos helados mal iban a ir a beber los pobres peces. Pero en fin, voy a dejar de gruñir, que es Navidazzz. Así pues, queridos amigotes, enemigotes, contertulios, colegas, compinches, sinpinches, os deseo a todos unas


¡FELICES FIESTAS!









"Navegaba en nívea nave
un Nabab en Navidad.
Navidad, nevada Navidad"






DIDO: Christmas Day

mercredi 15 décembre 2010

Haiti. La princesa del vertedero




Mi amiga Rosa trabaja en el programa "En portada" de Televisión Española y acaba de volver de Haití. A su vuelta me ha mandado unos escritos y unas fotos. Cuando los leí me quedé absolutamente impresionado. Le pedí permiso para ponerlos en el blog porque creo que son muy buenos. Espero que os impresionen tanto como a mí. Y ya me callo. Habla Rosa, no añado ni una coma.


"La llegada al aeropuerto de Puerto Príncipe por la noche


Un revoltijo de manos se disputan los carros de los viajeros con la esperanza de conseguir algún dólar por acercarlo hasta el coche a través de un camino obscuro, herido por grietas y agujeros que hacen difícil e incómodo el trayecto, unos escasos 70 metros.
El camino hasta el hotel, con apenas alumbrado deja entrever varios campos de desplazados por el terremoto. Afortunadamente el temido huracán Tomás pasó de largo y los charcos son menos profundos de lo que esperábamos. Pasamos por el monumento de las 3 manos que sujetan el globo terráqueo del que se ha caído la zona de América correspondiente a Haití.
Al lado del Palacio Presidencial, que sigue exactamente igual que en las primeras imágenes del terremoto, ya muy cerca del Hotel Le Plaza, más desplazados se cobijan bajo las lonas cedidas por diferentes ONGs. El espectáculo es desolador y queda claro que no vamos a poder salir a pasear y cenar tranquilamente ninguna noche...
Bueno, el hotel deja mucho que desear, pero el hilo de agua corriente que sale por el lavabo permite lavarse la cara. Me siento muy afortunada comparada con los cientos de personas que están a tan sólo unos cientos de metros de esta habitación y aún mucho más cuando compruebo que incluso el viejo aparato de aire acondicionado lanza algo de frescor con potentes estertores, además la cama es grande, muy grande, estoy agotada porque llevamos unas 15 horas de vuelo en el cuerpo y una diferencia horaria de 6 horas, así es que me acurruco en mi gran cama y el cansancio me permite olvidar que a sólo unos cientos de metros, cientos de personas conviven hacinadas sin luz ni agua, compartiendo un espacio mísero y sucio, donde niñas que aún no han llegado a la pubertad estarán prostituyéndose a las órdenes de alguna pequeña mafia para poder sobrevivir.
Por la mañana luce un sol potente que es una bendición porque con inclemencias meteorológicas este país desaparecería del mapa.
Todo parece mejor bajo la luz del sol, incluso la basura no parece tan fea a pesar del nauseabundo olor, quizás porque las ratas no se atreven tanto a salir de día.
La ciudad de Puerto Príncipe se nos muestra en carne viva, con los escombros de los edificios derrumbados aún esparcidos por toda la ciudad y muchas casas aún por caer, donde los antiguos moradores u otros nuevos, recomponen su vida hecha pedazos. Pequeños tenderetes donde se venden aguacates, bebidas difíciles de identificar, mecheros... la gente va y viene en un flujo constante de vida, y saben que es mejor no parar.
Es la hora de entrada a los colegios y sorprendente ver a los colegiales con uniformes impolutos, tan limpios y bien planchados..., las niñas con el pelo recogido en infinidad de trenzas formando preciosos dibujos lineales ¡cuánto trabajo no habrá detrás de cada uno de esos uniformes, de cada mechón trenzado! Heroínas repartidas por toda la ciudad, por todo el país que acuclilladas junto a palanganas rotas, frotan una y otra vez la ropa de toda la familia ¡cuanta grandeza en cada mujer del tercer mundo!
Nadine acaba de parir y su cara es totalmente inexpresiva, ni el dolor ni la alegría se reflejan en su rostro. Es difícil imaginar qué piensa. El doctor le pone a la niña en el regazo y ella no hace ningún gesto, es el doctor el que tiene que poner a la niña sobre el pecho de su madre para que empiece a mamar y la niña mama con fuerza, sabe que a partir de este momento el seguir o no en este mundo al que acaba de llegar va a depender sobre todo de ella. La madre hace un gesto, probablemente acaba de resolver cómo y qué, les va a dar de comer esta noche a sus otros 3 hijos. Su hermana y su madre están con ella, entre las tres lavarán y plancharán los uniformes para la escuela del día siguiente.
¡Cuanta grandeza en cada mujer del tercer mundo!


La princesa del vertedero







Estamos en el que puede ser el poblado chabolista más estrecho del mundo. Una hilera de viviendas, hechas una vez más con las lonas cedidas por alguna ONG, se alinean en un bulevar por el que el tráfico de coches y camiones a ambos lados lo inunda todo de humo y polvo.
Junto a un montón de basura, descubrimos de repente a una mujer muy joven, que debió ser guapa, vestida con un traje largo de fiesta, quizás de novia, que debió ser blanco, con el pelo lleno de un polvo grisaceo que podría ser tan antiguo como el terremoto de hace 10 meses. Parlotea para sí misma sin mirar a nada en concreto y sin que ningún sonido salga de sus labios, lleva una llave en la mano izquierda y unos recortes de papel, las uñas largas y sucias, como toda ella; está entre la basura pero tampoco avanza, sólo está ahí parada, absolutamente ida. Hay unos spaghettis tirados entre la basura, los coge y me horroriza pensar que se los va a comer, pero no, sólo los sostiene entre sus uñas sucias, se deslizan por su mano y caen otra vez a la basura.
Sin duda hubo tiempos mejores en la vida de esta mujer joven, muy joven, que se pasea sin prisa por un Corredor de la Muerte llamado Haití, condenada por el único delito de haber nacido en el lugar equivocado.
No sé nada de ella pero cuánto me hubiese gustado saber su historia ¿qué puerta de qué casa abriría esa llave? ¿de que armario salió ese vestido? ¿en que circunstancia se paró esa vida?"

vendredi 10 décembre 2010

Aventuras de un "gashego" en Uruguay




Dejadme aclarar un par de cosas: el "gashego" soy yo aunque haya nacido en plena llanura manchega. En fin, todos los españoles somos gallegos en Uruguay y en Argentina, o sea que lo mío no tiene mérito. Lo de "aventuras" es, indiscutiblemente, una licencia poética, porque sitio más tranquilo que Uruguay es difícil encontrar en la superficie de este planeta (y posiblemente de algún otro). Bueno, algún riesgo hay, como os explicaré más adelante: no se me impacientéis, que las cosas de palacio van despacio. También es cierto que el negro Ireneo violó a la Maga en un conventillo de Montevideo, pero hace bastante de eso. Si consideramos que la Maga tenía quince años cuando la violaron, que debía tener unos veinte cuando se encontró con Horacio Oliveira en París y que tan romántico evento debía tener lugar hacia 1957, ello significa que hace como cincuenta y pico años del suceso. Ni modo de reconocerla por la calle a estas alturas. Además, Cortázar ya nos dejó hace años, o sea que ni le podemos preguntar.

Bien colegas, pues tras este torrente de erudición cortazariana (me comprenderéis que me haya puesto a releer "Rayuela" en estas circinstancias), paso a relataros cositas.

En fin, permitidme que vuelva por un momento a "Rayuela": cuando la Maga cuenta que le disgustan las recovas de la plaza Independencia de Montevideo. La verdad es que he tenido que ir al diccionario de argentinismos para saber lo que era una recova y he creído entender que es como un soportal. El Palacio Salvo (en la foto), el edificio más notable de Montevieo, sí tiene soportales:




Pero, a mí no me molestaron mucho. Me parecieron mucho peor las barbaridades que han hecho en la plaza metiendo unos edificios más feos que picio, como este que está detrás de la estatua de Artigas:





En fin, allá cada uno, que no va a ser un gashego quien diga cómo tienen que ser los edificios, coño.

Y vale, ya os voy a hablar de los peligros que acechan al visitante en Uruguay. El más grave es para vuestra tarjeta Visa. Si apreciáis en algo vuestro balance mensual, no se os ocurra pasar por la calle Sarandi de Montevideo. Y si pasáis, no miréis las tiendas de joyas, joroba. Sobre todo si, ¡oh queridos amigos!, sois del género femenino o váis acompañados por un espécimen de tal género; porque las amatistas uruguayas son la remonda, cierto es. Y luego empieza el rollete de "no estamos gastando, estamos ahorrando", "¿sabes cuánto costaría una piedra así en Europa"?, etc, etc. No digáis que no os he avisado. Evitad esta tienda en concreto:




Además, el dueño es encantador, o sea que daros por hodidos si os atrevéis a entrar.

Otro riesgo bastante memo es que os pase lo que a mí. Había alquilado un coche en Punta del Este para ir a Montevideo. Plas, plas, 140 Km y ¡hale! ya has llegado. Y ¿dónde meto el coche ahora en pleno centro? pues en un parking, pardiez. Buscas un parking, llegas, se hacen cargo del coche, les das las llaves a cambio de un recibo y te vas a disfrutar de Montevideo. Magnífico. vuelves varias horas después, enseñas tu recibo... y viene la pregunta fatal: ¿número de placa?. Mierda, pues ni la más repajolera idea. Ya os podéis imaginar el diálogo subsiguiente: "Pues es así, pequeñito, como de color oscuro, etc, etc.". Menos mal que deben estar acostumbrados a ese tipo de desaguisados, porque apareció al cabo de quince minutos.

Y, para acabar, ojo con la conducción por las carreteras, no porque la gente esté loca al volante como en Buenos Aires ni porque sean peligrosas. Es que hay un letrero que dice: "Obligatorio el uso de las luces bajas 24 horas al día". Menda, interpretó que las "luces bajas" son las luces de posición. Pues no. No Sir. Son las luces normales, así que la poli me detuvo on my way back to Punta del Este y me leyeron la cartilla cuidadosamente, explicándome lo que eran las tales "luces bajas". Menos mal que me fui de rositas, simplemente con una bronca (Y uno ya está acostumbrado a las broncas).

Pero bueno, en resumen, Uruguay es un pais magnífico y tranquilo y Montevideo es una ciudad para vivir, mas que para visitar, con playas limpias y tranquilas al laíto mismo del centro. Y además podéis relajaros como estos bañistas de Punta del Este. Otro día os hablaré de ellos:




Un saludote a todos