jeudi 11 février 2016

Las aventuras del detective Chen, de Qiu Xiaolong. Mucho más que novelas policiacas. Para acabar, unas berenjenas con miel



Descubrí las novelas de Qiu Xiaolong gracias a una  entrada en el blog "Piano de azúcar" de San B. y Maca G. Hablaban en su blog de "Muerte de una heroína roja". Me pareció un tema muy interesante, así es que me compré el libro en uno de mis viajes a Madrid. Y me gustó tanto, que he estado buscando otros libros de Xiaolong por aquí. El único que encontré en Waterstone's de Bruselas es "Don't cry, Tai Lake" (no llores, lago Tai). Acabo de terminarlo y también me ha gustado, por eso me he puesto al teclado, para daros la brasa, ¡Oh amiguetes!, sobre el detective Chen y sus aventuras policiacas, o "policiales", como dirían en Argentina.

Qiu Xiaolong, es chino, como su nombre deja adivinar (bueno, podría ser de Albacete, que también hay chinos), pero vive en los Estados Unidos y escribe en inglés. Por eso se supone que la censura no le afecta demasiado. Su fresco de la vida en la China post Mao (y post Deng Xiaoping) es veraz, duro, pero clemente con sus actores. El inspector Chen es miembro del partido, pero es una persona honrada y no respeta a nadie si tiene que buscar responsables de algún crimen: funcionarios corruptos, trepas, miembros del partido enriquecidos de forma ilegítima (o no). Su mirada sobre China, no es pesimista, es simplemente realista. Vive en Shanghai en un bloque de pisos donde los apartamentos son minúsculos, mientras que los hijos de jerifaltes del partido viven en soberbias mansiones. Pero, como se decía hace tiempo, lo cuenta "zin acritú".

Vuestro amado bloguero Sorokin (que soy yo, por si no os habíais enterado) estuvo en Pekín hace unos tres años por asuntos de trabajo. Ya os lo conté aquí (pinchad, vamos, pinchad). Por eso, he leído los libros con la pretensión del que se cree que sabe algo sobre el tema (por una semana en China, toma ya, vaya farol). Pero, en fin, que aunque Shanghai no es Pekín, me han servido de recordatorio para revivir aquel viaje.

En Pekín cabe todo, desde los chinos que hacen cola para ver la tumba de Mao en la plaza Tien Anmen:




Bajo la atenta mirada del Gran Timonel:



Hasta las tiendas de lujo que proliferan, como hongos en Otoño:



(ya sé, ya sé, tampoco Zara es que sea el lujo personificado, pero vale, tiene muchas luces y brilla de forma deslumbradora, aunque vamos, le hice la foto por pura ñoñería nacionalista. También Jaguar, Rolls Royce, Bulgari, etc tienen tiendas)

Junto a eso, está el otro Pekín, que suena más al ciudadano medio que cuenta Qiu Xiaolong:



Pero, en fin, la gente baila. ¿A que parece que están bailando sevillanas?





Bueno, me diréis (y con más razón que un santo). Vale ya de rollo Sorokin, ponte a hablar del tema del post y deja de darnos la murga con tus viajes. Bien, ya voy. Pero antes, os pongo una foto de mi amigote Lopezia, que también estaba en la expedición, delante de un letrero que cualquiera sabe lo que dice:





Volviendo a Qiu Xiaolong. El primer libro de las aventuras del detective Chen es "Muerte de una heroína roja". No os desvelo la trama, pero el caso es que Chen logra desenmascarar al culpable, el hijo de un alto funcionario del Partido: No es un spoiler porque se sabe desde la página treinta. se trataba de demostrarlo y vencer la oposición de todos los cuadros poniendo zancadillas.

"Don't cry, Tai lake" es algo así como el séptimo libro de las aventuras del detective, pero los otros cinco me los he tenido que saltar porque no los he encontrado. Chen, ya es famoso en toda China por sus brillantes casos policiacos. En esta aventura, Chen se enfrenta, además con la agresión al medio ambiente que se practica en China para reducir costos de producción. La contraseña del día es "privatización", se privatizan industrias, los dirigentes se reparten las acciones de las empresas privatizadas y se enriquecen a tope. Cierto que a los curritos también les dan acciones, pero muchas menos: cien, doscientas, cuando los dirigentes se llevan cientos de miles. Ya os podéis imaginar la pelea contra los encargados de controlar los desechos tóxicos si éstos son de buena fe (no los desechos, joroba, los encargados, que hay que explicarlo todo). Total, que el lago Tai está hecho una porquería, el pobre. Al leerlo pensaba en el lago del palacio de Verano en Pekín:




Que imagino que no estará tan guarro, pero pues quién sabe.

En resumen, que si encontráis los libros de Qiu Xiaolong, que no lo dudéis, a por ellos.

BERENJENAS CON MIEL

Y ahora, aunque ya sé que no viene a cuento, pero en algún sitio tenía que contarlo, os voy a hablar de las berenjenas con miel. Tras el viaje a Córdoba y haberlas probado en Casa Pepe, me había quedado con ganas de hacerlas.

La receta, la saqué de un correo de mi amiga DelikatEssences. Algunas modificaciones he tenido que hacer por causa de la distancia y los materiales disponibles, pero, ahí vamos.

Corté una berenjena en rodajas y siguiendo las indicaciones de Madame Delikat, las puse durante una hora en cerveza:


Como cerveza, y ahí empieza la movida, usé una cerveza negra belga, "Pannepot":



Batí las yemas de dos huevos, añadí -hay que ser ahorrativo- la cerveza donde había sumergido las berenjenas. Sí, sí, la misma, (no otra botella), harina, sal, y cuando estaba espesando, las dos claras de huevo a punto de nieve, mezclando cuidadosamente:



Puse las berenjenas a rebozar en el mejunje:



Y las freí por tandas en aceite de oliva muuuuy caliente. Tras eso, las puse en un plato con papel absorbente para eliminar grasa y preparé la miel. Miel de caña, digo yo que sería esto que encontré. Por lo menos, lo parece:



Lo rebajé con algo de vinagre de Jerez y lo añadí a las berenjenas fritas. Y ello, quedó así:





¿Qué opinan mis amigotes? Sobre todo, ¿qué opinan mis amigotes cordobeses? ¿es o no es?

En fin, no me lo digáis, no me lo digáis. Si no os parecen bien, dejadme sufrir mi desconsuelo en paz

Besotes y abrazotes.